Cada 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer nos invita a reflexionar sobre el papel de las mujeres en la sociedad, sus luchas, logros y retos. Si hablamos de género y sostenibilidad, podría parecer que estamos tratando temas distintos, pero la realidad es que están profundamente conectados: la sostenibilidad y el feminismo se entrelazan para combatir modelos económicos injustos y construir sociedades más equitativas. Pero ¿cómo se relacionan estos temas y qué podemos hacer desde nuestra vida cotidiana?
El nexo género y sostenibilidad
Para enfrentar la emergencia climática es necesario reconocer que existe un impacto de género diferenciado. Las mujeres y niñas, especialmente en comunidades vulnerables, suelen ser las más afectadas. Esto debido a que dependen más de los recursos naturales para su subsistencia y suelen ser las responsables del abastecimiento de agua, alimento y energía en el hogar.
Según las estadísticas del Programa de la ONU para el Medio Ambiente, hasta un 80% de las personas desplazadas por el cambio climático son mujeres, quienes, al abandonar sus hogares, corren un riesgo mucho mayor de sufrir consecuencias más duras y violentas. Además, debido a que los contextos de crisis agravan desigualdades preexistentes, enfrentan mayores dificultades para reconstruir sus vidas tras un desastre climático.
Históricamente, las mujeres han asumido la mayor parte del trabajo de cuidado y administración en los hogares y comunidades, una labor fundamental pero poco reconocida. En las sociedades más desarrolladas, son responsables de entre el 70% y el 80% de las decisiones de compra, lo que las convierte en un factor clave para la adopción de estilos de vida más sostenibles.
A pesar de su influencia en la economía y el consumo, siguen enfrentando desigualdades económicas y estructurales. Según ONU Mujeres (2023), la brecha salarial global ronda el 20%, lo que significa que, por el mismo trabajo, las mujeres continúan ganando menos que los hombres.
Además, la cultura del consumo excesivo también refuerza estas desigualdades. Un claro ejemplo es el Pink Tax, un sobreprecio aplicado a productos dirigidos a mujeres, como rastrillos o artículos de higiene personal. Estudios han demostrado que las mujeres pueden llegar a pagar hasta un 7 % más por productos equivalentes a los diseñados para hombres.
Si bien, lo anterior resalta la urgente necesidad de incorporar la equidad de género y garantizar la participación efectiva de las mujeres en espacios de decisión económicos, políticos y sociales, es importante visibilizar que construir un futuro más equitativo implica que todas las personas, independientemente de su género, asuman un papel activo en la creación de hábitos sostenibles y en la protección del medio ambiente.
Acciones para una vida más equitativa y sostenible
Reflexionar sobre cómo el sistema económico actual refuerza desigualdades nos permite tomar decisiones distintas en nuestra vida diaria. Entonces, ¿qué podemos hacer para impulsar una vida más sostenible y equitativa?
- Apoyar el comercio justo y local: Optar por productos elaborados por cooperativas de mujeres o pequeños productores fortalece economías locales y reduce la huella ambiental de los bienes que consumimos.
- Cuestionar y replantear hábitos de consumo: Buscar cambios profundos en cómo y qué consumimos. Evitar el sobreconsumo, elegir alternativas que reduzcan el uso de plásticos y envases innecesarios. Optar por marcas que promuevan la equidad de género y tengan prácticas sostenibles.
- Alimentación consciente: Consumir productos locales y de temporada, preferir una dieta basada en plantas y reducir el desperdicio de alimentos.
- Movilidad sustentable: Si es posible, caminar, usar la bicicleta o compartir transporte para reducir la huella de carbono.
- Ahorro de energía y agua: Pequeños cambios como apagar luces innecesarias, utilizar menos agua caliente y reparar fugas pueden marcar la diferencia.
- Exigir equidad en precios: Comparar productos similares y hacer compras inteligentes ayuda a evitar pagar de más simplemente por cuestiones de marketing. La lucha contra el Pink Tax no solo es una cuestión de igualdad, sino también de justicia económica, permitiendo que las personas puedan acceder a productos a precios justos independientemente de su género.
- El tiempo también es un recurso: La distribución equitativa del trabajo de cuidados y doméstico es clave para que todas las personas puedan involucrarse en acciones sostenibles.
Al consumir de forma responsable y apoyar economías justas, no solo protegemos el medioambiente, sino que también impulsamos oportunidades para las poblaciones que han sido sistemáticamente excluidas.
Vivir de manera sostenible no solo es bueno para el planeta, también es un acto político que apuesta por la equidad. Si queremos un mundo más justo, necesitamos transformar nuestra manera de consumir, organizarnos, redistribuir responsabilidades y tomar decisiones que beneficien a todas las personas y al planeta. Este 8M podemos comenzar con pequeñas acciones que desafíen el sistema, más allá de conmemorar, elijamos transformar.
Por: Rebecca Melchor Varela
Líder de Sostenibilidad Regional, Tec de Monterrey
rmelchor@tec.mx
Referencias: