Hoy en día es difícil no sentirse abrumado por las crisis económicas, sociales, políticas, ambientales y emocionales que afectan al mundo a nivel global. Nos encontramos profundamente alienados, separados de nuestras familias, amigos, territorios e identidad, mientras perseguimos un bienestar que parece constantemente fuera de nuestro alcance. Diversos estudios indican que existe una pandemia de ansiedad, depresión y soledad, afectando a alrededor del 19% de la población mundial.
Figura 1. Proporción global de personas que han sufrido ansiedad o depresión de largo plazo. (Wellcome Global Monitor: Mental Health | Wellcome, 2021
Además, un fenómeno cada vez más reconocido es la "solastalgia," un término que describe la angustia psicológica que sentimos cuando nuestro entorno cambia de manera negativa, especialmente debido a la degradación ambiental o los desastres naturales. Esta sensación de pérdida y desconexión del hogar se suma al estrés colectivo que enfrentamos. La solastalgia impacta particularmente a las comunidades que ven desaparecer los paisajes de su infancia o que experimentan el agotamiento de los recursos naturales de los que dependen. En un mundo cada vez más marcado por el cambio climático y la destrucción ecológica, la solastalgia se ha convertido en un problema mundial.
La teoría actual sugiere que, incluso cuando reconocemos las influencias sistémicas, la ansiedad climática puede ser un conflicto existencial que genera emociones intensas. Las personas manejan estas emociones utilizando distintas estrategias de afrontamiento, que pueden ser útiles (cuando mejoran nuestro bienestar) o dañinas (cuando nos afectan negativamente). Estas estrategias pueden enfocarse en resolver o mitigar los problemas del cambio climático o en calmar las emociones que provoca. Las personas no están limitadas a usar una sola estrategia; en cambio, pueden combinar varias y ajustarlas con el tiempo, moviéndose entre niveles más bajos y más altos de afrontamiento saludable. Además, las respuestas emocionales, los pensamientos y las acciones son únicas para cada persona, ya que están influenciadas tanto por su psicología individual como por los sistemas sociales y ambientales en los que viven.
Figura 2. Modelo teórico de la ansiedad climática y su afrontamiento. (Crandon et al., 2024)
Diversas investigaciones han demostrado que el acceso a la naturaleza y los espacios al aire libre, como bosques, parques, huertos familiares, jardines y entornos ribereños o costeros, produce múltiples beneficios psicológicos. Estos incluyen reducciones del estrés, la ansiedad y la depresión, así como mejoras en la atención, la relajación, la autoestima y el estado de ánimo.
Figura 3. Porcentaje de resultados de salud positivos y negativos al usar intervenciones basadas en la naturaleza. (Getzzg, 2022)
En las últimas décadas, se ha producido un auge en intervenciones que buscan acercar la naturaleza a las personas, ya sea mediante la creación de espacios verdes en áreas urbanas o mediante la promoción de actividades al aire libre para todas las generaciones. Esto se ha traducido en un entendimiento más holístico de la salud y el bienestar, que va más allá de las terapias de salud mental tradicionales para incluir prácticas de conexión con el entorno natural.
Figura 4. Diferentes contextos en los que un individuo interactúa con la naturaleza. (NERC, 2016)
Entendiendo esto, y con una perspectiva que trasciende las terapias de salud mental hacia la búsqueda bienestar general, surgen como propuesta de solución, visiones y prácticas que van más allá de lo que se considera "moderno", creando nuevas formas de relacionarnos con las demás personas, los seres vivos con los que compartimos el territorio, la tecnología y con nosotros mismos. Estas visiones no solo proponen cambios superficiales, sino transformaciones profundas en cómo concebimos y habitamos el mundo.
Una de estas visiones es el “Buen Vivir” o "Sumak Kawsay", una filosofía de origen andino que se basa en la idea de vivir en armonía con la comunidad, la naturaleza y el universo. En lugar de medir el progreso únicamente en términos económicos, el Buen Vivir aboga por el equilibrio y la calidad de vida en todas sus dimensiones. Esta visión, que rechaza el crecimiento económico desenfrenado y la explotación de la naturaleza, resuena con otras culturas y tradiciones ancestrales en todo el mundo.
En México, los pueblos originarios masewales han escrito sobre un concepto similar llamado “yeknemilis”. El yeknemilis integra principios y valores de solidaridad comunitaria, espiritualidad y la relación intrínseca con la naturaleza. También promueve formas de intercambio económico basadas en la cooperación y la reciprocidad, alejándose de las prácticas extractivistas que caracterizan la economía global. En palabras del Códice Masewal, esta visión propone una relación sagrada con el territorio y una economía que priorice el bienestar colectivo.
Figura 5. Procesos de aprendizaje social y para el yeknemilis (Bueno et al., 2023)
Esta forma de vida difumina las barreras entre las personas y "la naturaleza", así como entre lo mundano y lo sagrado. Como resultado, se crean fuertes lazos de pertenencia con el territorio que habitan, lo que nutre un profundo sentido de responsabilidad hacia la tierra y los seres con los que cohabitan. Esto no es solo un concepto abstracto; las prácticas de buen vivir y yeknemilis se traducen en acciones concretas, como la creación de organizaciones socioeconómicas democráticas y equitativas, la protección de la salud del territorio ante los llamados “proyectos de muerte”, la gestión comunitaria de recursos hídricos, y la preservación de semillas ancestrales para la soberanía alimentaria.
Entonces entendemos que con la perspectiva correcta podemos llegar a apreciar no sólo las cosas individuales que vemos y experimentamos en la naturaleza, sino las formas en que todas ellas están conectadas entre sí y forman un todo que es mayor que la suma de las partes. El autor Glenn Albrecht llama solifilia al “amor por el todo interrelacionado”, lo que nos hace sentir más conectados con el mundo entero y fomenta el cuidado de toda la naturaleza, tanto las partes vivas como las inertes. La solifilia extiende el amor desde el propio lugar hacia el todo. Por lo que la solifilia se vuelve una respuesta ante la solastalgia.
Es fundamental destacar que este tipo de enfoques no representan un retroceso o una negación de los avances tecnológicos. Más bien, buscan un equilibrio en el que los avances científicos se utilicen para apoyar modos de vida sostenibles y respetuosos con la naturaleza. Por ejemplo, la biotecnología puede utilizarse para restaurar ecosistemas dañados mediante la reintroducción de especies nativas o el desarrollo de métodos para mejorar la fertilidad del suelo sin el uso de productos químicos perjudiciales. Las energías renovables, como la solar y la eólica, también pueden integrarse en las comunidades rurales y urbanas para reducir la dependencia de combustibles fósiles y disminuir el impacto ambiental, apoyando así una vida en armonía con el entorno.
Desde esta perspectiva, estos avances deberían implementarse de manera que fortalezcan las relaciones comunitarias y la conexión con la tierra. Por ejemplo, los sistemas de gestión del agua pueden diseñarse con un enfoque comunitario, donde las decisiones se tomen en conjunto y se prioricen prácticas que respeten los ciclos naturales y las necesidades de todas las formas de vida. De esta manera, la tecnología no se convierte en un agente de dominación, sino en una herramienta que promueve la solidaridad y la coexistencia.
Aunque nuestras vidas urbanas a menudo nos desconectan de los ciclos naturales, tenemos el poder de cambiar esta realidad. El conocimiento y las acciones conscientes pueden guiarnos hacia un futuro donde la prosperidad humana y ecológica florezcan de manera conjunta. Una manera de comenzar es educándonos sobre las especies nativas de nuestro entorno, comprendiendo su importancia ecológica y cultural, y compartiendo este conocimiento con otros. Participar en actividades como la observación de aves, caminatas educativas o el voluntariado en asociaciones de conservación nos puede ayudar a sentirnos más conectados con nuestro territorio y a entender el papel crucial de cada ser vivo.
El arte también puede servir como un puente poderoso hacia una conexión más profunda con la naturaleza. Expresarnos a través de la música, la pintura, la fotografía o la escritura, inspirados por el entorno natural, no solo es una forma de creatividad, sino un acto de amor hacia nuestra tierra. Colaborar con artistas locales o participar en eventos culturales que celebren la biodiversidad de nuestra región puede enriquecer nuestra comprensión del lugar donde vivimos.
Además, involucrarnos en acciones concretas es esencial. Participar en proyectos de reforestación, limpiezas de ríos, o ayudar a crear y mantener huertos comunitarios son maneras de contribuir a la regeneración de nuestro entorno y de promover la soberanía alimentaria. Estos espacios comunitarios no solo fortalecen el vínculo con la tierra, sino que también fomentan la solidaridad y el apoyo mutuo entre los vecinos.
Apoyar la economía solidaria es otra acción vital. Comprar en mercados locales o unirse a cooperativas que prioricen la sostenibilidad y las prácticas éticas no solo fortalece las economías locales, sino que también reduce nuestra dependencia de sistemas extractivistas que dañan el planeta. Al mismo tiempo, incorporar prácticas espirituales como la meditación, el yoga o simplemente pasar tiempo en silencio en la naturaleza puede ayudarnos a reconectar con nuestro ser interior y con el entorno, cultivando un sentido de respeto y reverencia hacia la tierra.
Finalmente, practicar la espiritualidad en la naturaleza a través de la solifilia nos invita a entender que cada acción cuenta y que nuestros esfuerzos personales se suman al bienestar colectivo. Este entendimiento transforma nuestra percepción de lo sagrado, mostrándonos que no estamos separados de la naturaleza, sino profundamente entrelazados con ella. Valorar nuestras acciones individuales, como reducir el desperdicio, proteger un área verde o apoyar iniciativas comunitarias, es esencial para minimizar la desesperanza que surge al enfrentar problemas globales. Al reconocer el impacto positivo de nuestras decisiones y celebrarlas, podemos reducir la ansiedad y la depresión, cultivando un sentido de propósito y pertenencia. Estas pequeñas pero significativas contribuciones pueden empoderarnos y recordarnos que, incluso en un mundo lleno de desafíos, nuestras acciones tienen el poder de generar un cambio real y duradero.
Sin embargo, es importante enfatizar que estas prácticas no se proponen como una simple distracción de las terribles crisis socioambientales a las que nos enfrentamos. Sabemos y aceptamos que el acto de plantar un árbol por sí solo no va a detener el cambio climático, ni minimizará de inmediato los problemas estructurales que afectan a nuestra sociedad.
No se pretende restar importancia a la gravedad de lo que estamos viviendo. En cambio, estos conceptos, visiones y acciones buscan compartir herramientas de lucha y cultivar una cultura de sostenibilidad donde la desesperanza y la indiferencia no tengan cabida. Se trata de dar fuerza y dignidad a quienes luchan, de ofrecer paz y energía a quienes están comprometidos con la regeneración de nuestro planeta. Valorar nuestras acciones individuales y colectivas es un acto de resistencia que nos recuerda que el cambio es posible, y que nuestro compromiso, aunque parezca pequeño, contribuye a un esfuerzo global por un futuro más justo y saludable. En este sentido, cada gesto cuenta, y juntos, a través de nuestras conexiones y acciones conscientes, podemos construir vidas y relaciones más holísticas, y más profundas con todo y todos los que nos rodean.
Por: Jorge Zenil
Líder de Proyectos Estratégicos de Ruta Azul
Fuentes:
- Wellcome Global Monitor: Mental Health | Wellcome. (2021, October 19). Wellcome. https://wellcome.org/reports/wellcome-global-monitor-mental-health/2020
- Crandon, T. J., Scott, J. G., Charlson, F. J., & Thomas, H. J. (2024). A theoretical model of climate anxiety and coping. Discover Psychology, 4(1). https://doi.org/10.1007/s44202-024-00212-8
- Cohen-Cline, H., Turkheimer, E., & Duncan, G. E. (2015). Access to green space, physical activity and mental health: a twin study. Journal of Epidemiology & Community Health, 69(6), 523–529. https://doi.org/10.1136/jech-2014-204667
- Chang, C., Lin, B. B., Feng, X., Andersson, E., Gardner, J., & Astell-Burt, T. (2024). A lower connection to nature is related to lower mental health benefits from nature contact. Scientific Reports, 14(1). https://doi.org/10.1038/s41598-024-56968-5
- Getzzg. (2022, December 16). What is the impact of nature on human health? A scoping review of the literature. JOGH. https://jogh.org/2022/jogh-12-04099
- Albrecht, G. A. (2019). The Psychoterratic in the Symbiocene. In Cornell University Press eBooks (pp. 91–130). https://doi.org/10.7591/cornell/9781501715228.003.0005
- Galway, L. P., Beery, T., Jones-Casey, K., & Tasala, K. (2019). Mapping the Solastalgia Literature: A Scoping Review study. International Journal of Environmental Research and Public Health, 16(15), 2662. https://doi.org/10.3390/ijerph16152662
- A review of nature-based interventions for mental health care (NECR204). (2016, February 9). Natural England - Access to Evidence. https://publications.naturalengland.org.uk/publication/4513819616346112
- Eckart, B., L, L. E. F., & De La Unión De Cooperativas Tosepan Titataniske, C. (2021). Códice Masewal: Plan de vida, soñando los próximos cuarenta años Tikochitah tisentekitiskeh oye powal xiwuit. https://www.aacademica.org/eckart.boege/4
- Bueno, I., Moreno-Calles, A. I., & Merçon, J. (2023). YEKneMILIS: Social Learning and Intercultural Transdisciplinary Collaboration for Sustainable Life. Sustainability, 15(12), 9626. https://doi.org/10.3390/su15129626
- Edwards, M. G., & Küpers, W. (2024). Feelings for the Planet: An Alternative Vocabulary for Incorporating Biosphere-Focused Emotions into Management Learning and Education. Academy of Management Learning and Education. https://doi.org/10.5465/amle.2023.0180
- Pike, S. M. (2024). Ritual responses to environmental apocalypse in activist communities. Archive for the Psychology of Religion. https://doi.org/10.1177/00846724241255132
- Nicholls, S. (2023) An engagement framework for accelerating climate solutions. Teesside University and University of British Columbia.
- Romanello, M., Walawender, M., Hsu, S., Moskeland, A., Palmeiro-Silva, Y., Scamman, D., Ali, Z., Ameli, N., Angelova, D., Ayeb-Karlsson, S., Basart, S., Beagley, J., Beggs, P. J., Blanco-Villafuerte, L., Cai, W., Callaghan, M., Campbell-Lendrum, D., Chambers, J. D., Chicmana-Zapata, V., . . . Costello, A. (2024). The 2024 report of the Lancet Countdown on health and climate change: facing record-breaking threats from delayed action. The Lancet. https://doi.org/10.1016/s0140-6736(24)01822-1