En la última década, como humanidad, hemos tomado cada vez más conciencia ambiental. Vemos campañas a nivel regional, como la discontinuidad de las bolsas plásticas de un solo uso en los supermercados y las máquinas que te dan cupones o recompensas monetarias cuando llevas tu plástico a reciclar. Vemos también cambios a nivel comunidad, como aquellos grupos que optan por organizarse y hacer carpooling, o juntarse y limpiar un parque. Finalmente, tenemos los cambios a nivel personal, como separar nuestra basura, bañarnos en cinco minutos, desconectar nuestros electrodomésticos y comprar ropa de segunda mano…
¿Otras posibilidades para reducir nuestro impacto ambiental?
Te voy a platicar una que requiere implementar un cambio a nivel personal que reduce nuestro impacto ambiental. Cada vez que comemos, tenemos el poder de transformar radicalmente el mundo en el que vivimos. El tipo de alimentación que llevamos es uno de los mayores contribuyentes a nuestra huella de carbono individual.
Seguramente has escuchado el término “veganismo”. El veganismo es una filosofía de vida, una postura ética que rechaza la explotación animal. Busca excluir, en la medida de lo posible y practicable, todas las formas de crueldad hacia los animales. Esto incluye alimentación -que es lo primero que la sociedad piensa usualmente al escuchar la palabra veganismo-, pero también existen ejes como: vestimenta, entretenimiento, transporte, comercio y experimentación, son parte de esta filosofía de vida. Dentro de su práctica, la alimentación basada en plantas provoca beneficios colaterales, entre ellos, un menor impacto ambiental comparado con la alimentación omnívora convencional.
Para la mayoría de las personas podrá sonar difícil. Todo cambio o modificación en el estilo de vida, en las costumbres y tradiciones lo es. Además, cada persona vive en un contexto diferente. Es importante reconocer que todo esfuerzo cuenta y, en lugar de obligarse o forzarse, siempre es de valor informarse.
Retomando el tema, el artículo científico sobre alimentos y medio ambiente más grande realizado hasta la fecha, llamado “reduciendo el impacto medioambiental de los alimentos a través de los productores y los consumidores”, publicado en la revista Science en el año 2019, donde, después de analizar casi 40,000 granjas en 119 países concluyó que una dieta basada en plantas es la principal forma de reducir el impacto en el medio ambiente a nivel personal. Esto debido a que el costo y efecto de la industria ganadera es catastrófico. Es considerada la mayor fuente de destrucción al medio ambiente causada por actividad humana:
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la carne y los productos lácteos representan alrededor del 14.5% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Esto es más que todo el sector de transporte junto.
- Utiliza más del 30% de la tierra total del planeta y es responsable del 91% de la destrucción de la Amazonas (que además causa pérdida de hábitat, extinción de especies, erosión del suelo y destrucción de ecosistemas enteros).
- Casi el 50% del agua dulce del planeta se usa en la agricultura de animales y plantas específicamente para su alimentación. Del resto que no consume, gran parte es contaminada por sus desperdicios y creación de zonas muertas en ambientes acuáticos.
- En términos de energía, 1 caloría de proteína animal requiere 11 veces la cantidad de combustibles fósiles para producirse que una caloría de proteína vegetal [i]. En promedio, cada persona necesita ingerir de 2000 a 2500 calorías por día.
El “código rojo"
El informe 2021 de las Naciones Unidas sobre el cambio climático emitió un "código rojo" para toda la humanidad: la crisis climática se está produciendo en tiempo real y, si no actuamos pronto, las frecuentes catástrofes naturales, el aumento en la temperatura y la subida del nivel de los océanos pondrán en peligro inmediato a millones de personas.
Pero esta amenaza no solamente está asegurada para el futuro próximo a menos de que se haga algo, sino que ya está aquí. La población mundial está rápidamente escalando a los 9 mil millones previstos para el 2050. Actualmente, una persona de cada 9 sufre inseguridad alimenticia, lo cual se traduce a que cada 15 segundos muere alguien por causas asociadas a la desnutrición. Además, casi un quinto de la población mundial no tiene acceso a agua potable. Si reflexionamos sobre las estadísticas y entendemos a dónde se está yendo la tierra, los alimentos, el agua y los demás recursos, podemos entender el uso ineficiente de ellos, cuando podrían estar salvando vidas.
En un planeta con sed, con hambre y en medio de una crisis ambiental, los cambios son necesarios. La propuesta de cambiar tu dieta omnívora a una basada en plantas te da la oportunidad de impactar directamente por lo menos 13 de 17 objetivos de desarrollo sostenible de la ONU para el 2030 [ii].
“no necesitamos unas pocas personas que lo hagan a la perfección, necesitamos que millones de personas lo hagan de forma imperfecta”
Hoy te invito a reflexionar sobre el impacto que tiene lo que consumes en el planeta. Anímate a probar modificaciones en tu alimentación. Como dice la frase, “no necesitamos unas pocas personas que lo hagan a la perfección, necesitamos que millones de personas lo hagan de forma imperfecta”. Juntos podemos crear un mundo sustentable y compasivo, para los humanos y para todos los seres con los que compartimos el planeta.
Y tú, ¿qué vas a comer hoy?
Samantha Lucero Garza Caballero
Ingeniera en Biotecnología, esp. en biotecnología ambiental
Tecnológico de Monterrey
Para conocer más:
[i] Pimentel, D., & Pimentel, M. (2003). Sustainability of meat-based and plant-based diets and the environment.