Desde una edad temprana, se nos ha enseñado la importancia de cuidar el agua. Sin embargo, hoy nos enfrentamos a diversos retos ambientales y a una crisis del agua que requieren nuestra atención inmediata. En nuestros hogares, a menudo contribuimos a la contaminación del agua sin darnos cuenta. En México, la Norma Oficial Mexicana NOM-002-SEMARNAT-1996 establece los límites máximos permisibles de contaminantes en las descargas de aguas residuales al sistema de alcantarillado urbano o municipal1. Es decir, esta norma es la que marca las referencias que el agua ya usada debe cumplir al descargarse al drenaje. No obstante, esta norma excluye a las casas habitación, lo que significa que muchas de nuestras acciones diarias quedan fuera de su alcance. Sin embargo, es crucial considerar esta norma, ya que nuestras descargas domiciliarias terminan en el alcantarillado público.
Una de las principales fuentes de contaminación en nuestros hogares es el uso del baño. Existe un debate sobre si el papel higiénico debe desecharse en el inodoro o en el bote de la basura. Aunque muchos rollos de papel higiénico están diseñados para descomponerse al contacto con el agua, un porcentaje no se degrada por completo. Este residuo puede obstruir las plantas de tratamiento de aguas residuales (que es el lugar donde se limpia el agua sucia para hacerla segura y darle otros usos), provocando la formación de lodos y taponamientos en el sistema de drenaje. Además, la Agencia de Protección Ambiental en Estados Unidos (EPA) señala que, dentro de la industria papelera, los fabricantes de papel son responsables de aproximadamente el 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono2. Cuando se tira papel higiénico a la basura, éste termina en vertederos, donde su descomposición produce metano, otro gas de efecto invernadero. Por lo que, un uso responsable y reducido del papel higiénico, además de que puede ayudar a disminuir el impacto ambiental que este producto provoca no sólo en las plantas de tratamiento de aguas residuales, también en los vertederos y en el cambio climático.
Otro momento crítico de contaminación ocurre al lavar los trastes. Al enjuagar platos y utensilios con el chorro de agua, liberamos pequeños residuos de comida que, con el tiempo, pueden obstruir el desagüe. Estos desechos orgánicos aumentan la carga bacteriana en el agua, elevando un parámetro conocido como: Demanda Bioquímica de Oxígeno (DBO). La DBO mide la cantidad de oxígeno disuelto que requieren los microorganismos para descomponer la materia orgánica en el agua3. Una DBO alta indica una mayor contaminación y puede conducir al agotamiento del oxígeno, poniendo en peligro la vida acuática. Si consideramos que esta situación se repite tres veces al día al preparar nuestras comidas, debemos ser más conscientes y evitar que esos residuos lleguen al desagüe.
Asimismo, es importante abordar la contaminación causada por grasas, aceites y productos químicos que utilizamos en casa. El aceite de cocina, pinturas, detergentes y otros solventes a menudo terminan en el drenaje, incrementando el riesgo de taponamiento y contaminación. Las grasas se solidifican al enfriarse, reducen gradualmente el diámetro de las tuberías y afectan su funcionamiento. Los detergentes y líquidos desinfectantes por otro lado, tiene el potencial de provocar un mal funcionamiento en las plantas de tratamientos de aguas residuales, destruyendo las poblaciones microbianas que se encargan de “limpiar” el agua. Por último, también están aquellos productos de plástico que usamos y que desprenden o que contienen micro plásticos, los que irremediablemente llegarán al agua. Por ejemplo, ciertos productos de belleza contienen micro perlas, que al irse en el agua sucia y llegar a las plantas de tratamientos de aguas residuales, por su diminuto tamaño no pueden ser reconocidas y llegan hasta los mares o ríos. Una medida que podemos hacer es buscar productos tanto de cuidado personal como de la limpieza de la casa que sean amigables con medio ambiente, con la vida marina y evitando en lo posible estas micro perlas que no solo exacerban la contaminación del agua sino también a la crisis del plástico en el mundo.
Todos estos aspectos están interrelacionados con la norma oficial que regula la contaminación del agua residual. Aunque nuestras descargas no provengan de un restaurante o negocio, nuestra contribución a la contaminación del agua es significativa. Es fundamental que en casa tomemos medidas para reducir nuestro impacto en el agua potable. De este modo, no sólo disminuimos el riesgo de taponamientos en el drenaje, sino que también ayudamos a que el tratamiento de aguas residuales sea más eficiente y eficaz.
Con pequeñas acciones cotidianas, cada uno de nosotros puede ser parte de la solución, protegiendo el agua que todos necesitamos para vivir.
Mtro. Jorge Luis Valle Verduzco
Maestro en Ciencias de la ingeniería con especialidad en uso sostenible del agua, EXATEC
Estudiante del Centro del Agua del Tec de Monterrey
Referencias:
- Gobernación de México. (1997). NORMA Oficial Mexicana NOM-002- ECOL-1996, Que establece los límites máximos permisibles de contaminantes en las descargas de aguas residuales a los sistemas de alcantarillado urbano o municipal. Recuperado de https://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=4881304&fecha=03/06/1998#g sc.tab=0
- US EPA. (2023). Programa de informes de gases de efecto invernadero Pulpa y papel. Recuperado de https://www.epa.gov/ghgreporting/ghgrp- pulp-and-paper#2019-subsector
- Eduardo, R. (2014). Caracterización de las aguas residuales y la demanda bioquímica de oxígeno. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8635432
- Shoe, D. (2018). ¿Qué son las microesferas y por qué han comenzado a prohibirlas? Recuperado de https://www.nytimes.com/es/2018/01/12/espanol/microesferas-contaminacion-cosmeticos-microbeads.html