¿Alguna vez has sentido que diciembre llega con un brillo especial… pero también con una prisa silenciosa por comprar, envolver y consumir sin parar? Es curioso: mientras las calles se llenan de luces y el ambiente se llena de buenos deseos, también comenzamos a generar una cantidad considerable de basura y compras impulsivas que, de alguna forma, sentimos necesarias para acompañar nuestros gestos de afecto. Y entonces surge la pregunta: ¿realmente necesitamos tanto para expresar lo que sentimos?
Lo hermoso es que la respuesta puede ser más simple y más cálida de lo que imaginamos.
La Navidad trae consigo encuentros, risas, ponche caliente y esa sensación que invita a compartir, pero también es una de las épocas con mayor consumismo del año. Y no se trata de dejar de regalar, porque dar algo bonito siempre puede ser una manera de decir “te quiero”, pero se puede lograr desde un lugar más consciente con el impacto que generamos.
A lo largo de los años, el consumismo se ha vuelto parte cotidiana de nuestras vidas y se intensifica con sistemas como la obsolescencia programada. Probablemente lo hayas vivido: el celular que de pronto deja de actualizarse, el electrodoméstico para el que ya no existen refacciones, la moda que cambia tan rápido que te hace sentir que “ya no combina”, y nada de esto es casualidad, es un sistema diseñado para que compres más y más rápido.
Pero aquí viene lo importante: no estamos obligados a seguir ese ritmo. Existen alternativas más sustentables que pueden convertirse en regalos útiles, creativos y profundamente significativos.
Por ejemplo, si te gusta la cocina, ¿qué tal hornear un pan casero o preparar una mermelada con frutas de temporada? Puedes envasarla en un frasco de vidrio reutilizado y decorarlo con un pequeño mensaje. También puedes mezclar jamaica, canela, manzana deshidratada y crear una tisana casera. Regalar algo hecho con tus manos tiene una magia única: no solo alimenta el cuerpo, sino también el corazón.
¿Eres amante del skin care o la belleza? Podrías preparar un exfoliante con restos del café que haces por la mañana y un poco de aceite de coco. Es sencillo, huele delicioso y evitas que esos residuos terminen en la basura.
¿Te gusta lo artístico? Crear una tarjeta pintada por ti, hacer adornos navideños con materiales reciclados o deshidratar rodajas de naranja para decorar son alternativas accesibles y con buena presencia. Basta buscar “decoraciones sustentables” en cualquier red social para encontrar ideas que pueden adaptarse a tu estilo.
Si lo tuyo es la moda, regalar prendas de segunda mano es una excelente opción. Cada vez hay más bazares con ropa en muy buen estado, cuidada y con mucho potencial de uso. Participar en este tipo de consumo impulsa la economía circular y evita la producción innecesaria de nuevas prendas.
¿Eres bueno reparando cosas? ¡Ese también es un regalo! Puedes ofrecer un “vale” para reparar el electrodoméstico arrumbado que tu amigo tiene en casa. A veces, un acto así tiene mucho más valor que un objeto nuevo.
Y hablando de basura, diciembre es una de las temporadas donde más se genera, pero, pero, también donde más podemos cambiar hábitos: reutilizar bolsas de regalo, envolver con papel periódico o revistas que ya no uses, pedir a tus invitados que lleven su termo para las bebidas, optar por desechables compostables para las posadas (y recuerda que estos deben de ir a la basura orgánica para que así se degraden correctamente) y hacer una separación adecuada de residuos después de las reuniones; incluso algo tan pequeño como apagar las luces del arbolito cuando no las necesitas hace una diferencia. Cada pequeño gesto importa, incluso si parece insignificante, cada acción suma.
Al optar por hábitos más sustentables, cambiamos la idea de que un regalo solo vale si se compra. Un detalle en el que pones tu creatividad y tu tiempo tiene un valor distinto: refleja intención, dedicación y la decisión consciente de no dejarte llevar por el consumo automático que suele acompañar esta temporada. Es una forma de mostrar que es posible celebrar desde un lugar más auténtico y más alineado al cuidado del medio ambiente.
De todas las ideas que te doy, están tan solo a una búsqueda de distancia. En redes sociales puedes encontrar tutoriales y ejemplos para adaptarlos a tu estilo. Basta explorar un poco para descubrir opciones creativas y sustentables que puedes poner en práctica de inmediato. Verás que la creatividad sustentable no solo es posible, también es profundamente gratificante.
Y aquí viene el punto crucial: tus decisiones importan. Cada compra, cada envoltura, cada pequeña acción que tomas durante estas fiestas tiene un impacto que puede transformar la manera en la que celebramos y así hacerlo de una manera más responsable.
Así que esta Navidad, hazte una pregunta: ¿qué impacto quiero generar? La respuesta está en tus hábitos y tus elecciones. No se trata de renunciar a celebrar, sino de darle un sentido más auténtico y coherente con el futuro que queremos.
Unas fiestas sustentables, construidas desde decisiones informadas y responsables, donde tu consumo sea un acto consciente y un pequeño paso hacia el cambio que el planeta necesita.
Que estas fiestas te encuentren creando, reflexionando y actuando con sentido.
Por: Dania Cabrera Palma
Abogada Ambientalista
Correo: palmadania@gmail.com