En la mitad del mundo, en Ecuador, la Global Footprint Network anunció el pasado 28 de julio como la fecha en que la humanidad superó los límites regenerativos de la Tierra.
La nefasta efeméride, conocida como el Día del Sobregiro (Overshoot Day), establece el momento estimado en el que la demanda global supera la capacidad regenerativa de la biosfera, lo que significa que toda extracción y consumo de recursos naturales durante el resto del año es insostenible y nuestro "eco-crédito" se agotó.
Esta representación cronológica anualizada de los hitos que marcan la sobreexplotación pone de manifiesto la insostenibilidad del proyecto civilizatorio dominante con los procesos que sostienen nuestra biosfera.
Del “eco-crédito” a la deuda ecológica
El evento genera indignación y controversia en diferentes ámbitos y se convierte en una herramienta visual para observar el consumo generalizado. Como consecuencia, la deuda ecológica se traslada al plano individual y se suele preguntar a las personas cómo y qué van a hacer para cambiar sus hábitos de consumo y salvar el mundo.
Ante esta interpelación, los individuos más sensibles a la ecología y al civismo buscan alternativas para reducir su huella ecológica en un catálogo de soluciones que la mayoría de las veces ofrece sustituir algunos productos o servicios por aquellos certificados como sostenibles, verdes, limpios, respetuosos con el planeta, etc.
Así, el camino hacia el consumo responsable y la salvación se pretende allanar con los numerosos "granitos de arena" aportados por individuos conscientes y bien intencionados. Por desgracia, el cambio hacia un modelo de mercado responsable que no sobrepase los límites medioambientales y sociales no es una realidad, ni el consumo verde es garantía suficiente para detener el terricidio y la búsqueda de sociedades más justas e igualitarias.
La vulnerabilidad socialmente diferenciada ante las distintas amenazas del cambio climático es un ejemplo del fracaso de las políticas liberales que promueven la sostenibilidad. Es posible la alternativa del consumo con otros calificativos, pero sin dejar de ser el consumo, no sea éste lo suficientemente eficaz para resolver los fallos estructurales.
Comunidades indígenas ecuatorianas, otro camino posible
Merece la pena dirigir nuestra atención a los acontecimientos que también tuvieron lugar en Ecuador, un mes antes de la fecha del Sobregiro de la Tierra. En varios puntos del país andino, se produjeron protestas sociales indígenas y campesinas en forma de paro nacional.
El origen de las demandas emprendidas enérgicamente por la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) fue reportado por los medios de comunicación como consecuencia del descontento por el aumento de los precios de los combustibles, mientras que el gobierno buscó criminalizar a los líderes indígenas y desaprobar las movilizaciones resaltando el detrimento de la economía y la sociedad en general.
Sin embargo, la tensión entre los grupos que componen la CONAIE y el gobierno es más compleja y no puede explicarse únicamente por el aumento del coste de los energéticos.
En sus demandas, las comunidades indígenas amazónicas buscaban la adopción de políticas para proteger sus territorios y garantizar una transición justa y ecológica. Una de sus principales demandas fue la derogación de los Decretos 95 y 151, que buscaban promover el extractivismo en los territorios indígenas amazónicos por ser inconstitucionales y no garantizar el respeto al derecho a la libre consulta.
Finalmente, tras 18 días de levantamiento popular, el 30 de junio, el Presidente de la República anunció los acuerdos que pusieron fin al paro y la derogación de los decretos que pretendían ampliar la frontera minera y petrolera.
Hacia otras maneras de habitar nuestro planeta
El triunfo del movimiento indígena puede interpretarse como el respeto a su derecho a decidir sobre su territorio, sin tener que justificar por qué es importante no devorar el planeta en beneficio de una idea no compartida de bienestar y humanidad. Sin embargo, desde el enfoque desarrollista, detener las políticas encaminadas a la extracción de combustibles fósiles en cualquier lugar de la Amazonia puede entenderse como un atentado a la razón economicista y un retroceso a la época premoderna.
Las experiencias en Ecuador revelan dos formas de acción cívica, una más radical que la otra, pero que indican que la acción colectiva, no individual, de grupos humanos históricamente marginados del reconocimiento y la validación cultural, puede enseñarnos a pensar en otras formas de ser humanidad y a imaginar otra manera de habitar y estar en el mundo.
Por: Dr. Gabriel Cué G.
Profesor de la Escuela de Humanidades y Educación
Escuela de Ingeniería
Tecnológico de Monterrey Campus Ciudad de México