Así, nuestro artículo de reflexión, no lo pudimos tener a tiempo. Hubo contratiempos y traspiés, todos los tenemos, sí, pero sabemos que personas ávidas lectoras, esperan cada mes esas letras de introspección, consideraciones y exhortación al pensamiento crítico entorno a la emergencia detonada por el cambio climático. A ustedes, les ofrecemos una disculpa por la ausencia este mes de un artículo, pero eso sí, no podíamos quedarnos sin la reflexión…
Temas variopintos nos acompañan en la vida diaria, pero de un tiempo acá están muy presentes aquellos que nos recuerdan los efectos que ya estamos viviendo derivados de esta crisis climática y el potencial aumento que rebase el 1.5° en la temperatura global: el calor extremo, la escasez de agua, fenómenos naturales exacerbados, utilizar biodegradables, en fin, temas en los que como individuos buscamos formas para mejorar nuestro planeta, a vivir en una mejor comunidad, para ser mejores personas.
Esta tarea se antoja titánica -lo es- tanto que a veces pareciera una utopía, inalcanzable, irremediable, y no sé ustedes, pero seguido me surgen preguntas alrededor de la crisis climática que no sé por dónde comenzar para comprender, para encontrar una chispa de respuesta a lo que me angustia, me emociona o me dé perspectiva para reflexionar acerca de lo que actualmente vivimos, de lo que viene, de cómo afrontarlo o mitigarlo.
Al sentirme perdida en mi humanidad para poder formular una crítica razonada, un análisis de mínimo argumento, un pensamiento lejos de las burbujas digitales en las que nos postramos con creencias que nos nublan otras realidades, me cuestioné ¿qué tan artificial es mi inteligencia? Hurgué entonces y decidí ‘dialogar’ con chat bots... Sí, chat bots, para que fuesen mi punto de partida, mi Rosa de los Vientos que establezca el horizonte de respuestas a mis preguntas ante la crisis climática, donde las respuestas a reflexionar sumarán en este bole para una nueva sección a partir de la siguiente entrega.
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