¡Qué gran invento han sido los termos! Recuerdo de cuando niña dejé de llevar cantimplora a la escuela, su lugar lo tomó un Thermo… Disfrutar su contenido era para mí todo un ritual: 1. Me sentaba alejada del tumulto, 2. Colocaba mi lonchera ochentera de metal sobre mis regordetas piernas, 3. Sacaba mi termo y desenroscaba su tapa que hacía las veces de taza, 4. Me servía en la taza-tapa el líquido que me preparaba mi mamá, 5. Me quedaba sentadita, bebiendo y mirando todo el escándalo propio del recreo. ¿Tuviste un objeto así?
Mi termo era parte de un momento sublime, me encantaba. Ese objeto era único y no necesitaba otro, faltaba más. De adulta me cuesta la idea de tener más de uno, y sí, tengo dos, pero hasta ahí. Ahora, la tendencia hace sentir, que un objeto contenedor de líquido no es suficiente. Que de termos y vasos guarda calor deberíamos tener ad infinitum. Es así, que el Artículo de Reflexión este mes nos da un atisbo acerca de la industria detrás del anhelo de tener más y más y más objetos para contener líquidos. Para mi gusto, tendencia perversa y “greenguashera”.
Y, es que… ¿En qué momento comenzamos a enloquecer por querer tener termos, termos y termos, tantos o más como zapatos, calzones, calcetines, u otros objetos que necesitamos a diario? El Articulo de Vida Sostenible aborda el tema, donde te invita también a la reflexión a partir de reencuadrar tu toma de decisiones enfocadas en el consumo responsable. Sí, tener un termo es necesario e increíble, uno, un par.
La Recomendación del Mes es una novela de ciencia ficción que nos da una chispa de cómo se gestionan los recursos naturales, sea desde el exceso por vivir en la abundancia o desde decisiones sustentables para habitar un ambiente lejos de la exuberancia. Los Desposeídos, un libro para sensibilizarnos acerca de lo que necesitamos como humanidad para vivir, como sociedad planetaria para prevalecer en un mundo que estamos agotando de forma rampante.
Bien. ¿Por qué caemos en el querer mucho de una misma cosa? Sí, esa ‘necesidad’ irrefrenable de adquirir más y tener más a pesar de contar ya con un objeto que funciona bien para lo que fue fabricado y que en principio, por esa razón lo compramos. Mi diagnóstico: estamos en un estado de “terminitis”. ¿Qué tan artificial es tu necesidad de un objeto más?
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