Es a partir del otoño que la luz cambia y marca la pauta para que muchas hojas de árboles caigan. Conforme avanza la estación y el periodo de lluvias concluye, los árboles pierden follaje y se incrementa la hojarasca en nuestros patios, calles y parques. Ahora a mitad del invierno, tenemos montones de hojas secas que forman crujientes tapetes y colchones de color “hoja seca dorada”.
“Te quiero como para invitarte a pisar hojas secas una de estas tardes”, decía el poeta Jaime Sabines en su libro “Los Amorosos: cartas a Chepita” (1947); y es que caminar, apachurrar, romper y fragmentar cientos de hojas secas bajo nuestros pies, además de ser divertido, nos transmite paz. Si aún no lo haces, te invito a emprender una caminata sobre hojas secas, toda una terapia para relajarse y disfrutar de cualquier “área verde” durante la temporada seca. Con cada paso ayudas, cual molino, a fragmentar esta materia orgánica y que sea aprovechada como nutrientes por los árboles y plantas. No es basura, en la naturaleza nada sobra y todo tiene un ciclo para aprovecharse.
Conocer y disfrutar los ciclos del medio ambiente, es una forma de vincularnos con él, de conocerlo y de sentirlo. ¿Has pensado de qué manera te relacionas con tu hábitat?
El medio ambiente, más allá de proveedor de recursos naturales
La declaración sobre medio ambiente generada durante la cumbre de Estocolmo, lo define como “Conjunto de elementos físicos, químicos, biológicos y de factores sociales capaces de causar efectos directos o indirectos, a corto o largo plazo, sobre los seres vivientes y las actividades humanas” (ONU, 1972).
Recordemos que medio ambiente es absolutamente todo lo que nos rodea y en esta definición, en efecto, cabe todo, el jardín, nuestro perro, la silla, la computadora, el café que tomamos y también el residuo que generamos, la edificación en la que estamos, los ductos, el aire, el cielo y las nubes, incluso tú, también yo y mil cosas más; seres, fenómenos y procesos en desarrollo. Todo ello implica reconocer que nuestras acciones tienen una repercusión y terminan afectando y conformando al ambiente del cual por cierto, somos parte.
Solemos vincularnos con el ambiente como nuestro proveedor, es la primera forma y la más elemental de cómo nos relacionamos con el hábitat, es aprovechar lo que nos provee: espacio, aire, temperatura ambiente, agua y alimento en el nivel más básico; aunque también nos provee de un hogar, una familia, trabajo, escuela, identidad, cultura, desarrollo y muchas cosas más.
No obstante y a pesar de lo mucho que obtenemos, no solemos ser conscientes de todo aquello que nos provee, y, en la vorágine e inmediatez de la vida cotidiana: el pan viene de la panadería, el papel del Office, así como los gadgets vienen de la aplicación de Amazon y en todo ello, pareciera que olvidamos que el trigo, la madera, los metales y plásticos fueron extraídos, todos, de nuestro medio ambiente: bosques, cultivos y minas.
El medio ambiente como amenaza o espacio de disfrute
En otras ocasiones, el riesgo y la amenaza definen nuestra forma de relacionarnos con el ambiente. Vivimos en constante estado de protección tanto de los fenómenos regulares: aguaceros, heladas, sequías, bichos, moscas, bacterias y virus, que pueden ser amenazas reales, como de otros aspectos que suelen tener un lado fóbico o incluso mercadotécnico que alimenta nuestro miedo.
Exageramos entonces creando burbujas de comodidad para lo cual hemos abusado de antibióticos, desinfectantes, filtros, insecticidas, plásticos, cementos, materiales estériles y además, toneladas de basura y de emisión de gases.
Por último está el medio ambiente como espacio de recreación y es entonces cuando disfrutamos la playa, el bosque y todos esos lugares que nos encantan; aunque es frecuente que terminemos depredando y causando grandes impactos como la deforestación, contaminación y el desplazamiento de especies por invasión del hábitat.
Da el paso: conoce tu medio ambiente
Tener claridad de la forma cómo nos relacionamos con el ambiente, nos ayuda a conocerlo y, si queremos, también a mejorar el vínculo que mantenemos con nuestro hábitat más inmediato. Te invito a pensar y reflexionar sobre tu participación en este gran fenómeno biopsicosocial que altera, construye y modifica el medio ambiente, para elegir desde el conocimiento, la conciencia de tu impacto y desde tu corazón, la mejor forma posible de estar y formar parte del medio ambiente.
Dar un paseo y pisar las hojas secas, soplar y dispersar semillas de un diente de león, hacer composta, conocer los ciclos de la luna, saber cuándo volar una cometa, rechazar el consumo irracional, reciclar, juntar agua de lluvia, sembrar y cuidar plantas para polinizadores son sólo algunos ejemplos de mejores formas en dónde el reconocimiento y la compensación al ambiente forman parte de nuestra contribución. Todo ello nos proyecta a florecer como personas y a mejorar nuestro vínculo con lo que nos rodea; a partir de este 2024, ¿cómo quieres que sea tu paso y la huella que dejas en el medio ambiente?
Por: Mtro. Luis Miguel Arévalo Ahuja
Coordinador de capacitación y jornadas de Reciclatrón
Secretaría de Medio Ambiente, CDMX
Dirección de Cultura Ambiental y Asuntos Internacionales
Referencias:
- Evelyn Rodríguez y Ana Luz Quintanilla. (2019). “Relación ser humano-naturaleza: Desarrollo, adaptabilidad y posicionamiento hacia la búsqueda de bienestar subjetivo”. En Avances de la Investigación Agropecuaria. Universidad de Colima, México. Consulta en https://www.redalyc.org/journal/837/83762317002/83762317002.pdf
- Santillan, Maria Luisa (2015) “¿Cómo nos relacionamos con el ambiente?”. Revista Ciencia UNAM. Universidad Nacional Autónoma de México. México. Consulta en: https://ciencia.unam.mx/leer/444/Como_nos_relacionamos_con_el_ambiente
- Rodríguez, H.E.J., (2010). “Producción de hojarasca y retorno potencial de nutrimentos, vía hojas en diferentes tipos de vegetación, noreste de México". Tesis de licenciatura. Facultad de Ciencias Forestales, Universidad Autónoma de Nuevo León. Linares, Nuevo León, México.
- Arias Maldonado (2008). “Sueño y mentira del ecologismo, naturaleza, sociedad, democracia”. Editorial Siglo XXI, Madrid.
- ONU (1972). “Declaración de Estocolmo sobre el medio ambiente humano:” Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano.
- Sabines Jaime (1947), “Los amorosos, cartas a Chepita”. Editorial Booket, México.