A principios de este año, trascendió en diversos medios de comunicación mexicanos una de las noticias más virales que hemos leído en estos ocho meses… Filas enormes para adquirir un termo rosado firmado en colaboración con una de las cafeterías más grandes y famosas del mundo. Sí, me refiero a la marca de la sirena de Seattle y sus tazas herméticas. Fue tanta la euforia que, después de este acontecimiento, cada cierto tiempo la marca lanza una nueva versión de este producto, y así como se anuncian, las personas abarrotan las sucursales para adquirirlas; y, por qué no, coleccionarlas.
¿La solución?
Si bien este tipo de termos ya eran reconocidos en varias partes del mundo, a partir de esta colaboración, el boom por estos productos aumentó y la empresa responsable de este hype ha explotado a más no poder esta tendencia… que, en principio, resuelve un gran reto medioambiental: la disminución en el uso de vasos plásticos y/o de papel desechables. Sin embargo, al saturar el mercado y generar en las y los consumidores la inherente necesidad de estar a la moda con el termo más cool de la semana, pasamos de resolver, entre comillas, este problema y nos sumergimos en otros retos, entre ellos: la sobreexplotación de recursos para cubrir su demanda.
Con base en ello, me pregunto y los invito a reflexionar sobre ¿qué tan sostenible es el recipiente hermético que se presume cada ocho días en redes sociales y oficinas?
Dicha cadena cuenta con una sólida iniciativa sostenible con un enfoque integral en toda su cadena de valor y entre sus objetivos se encuentran: reducir su huella de carbono, incluyendo la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en un 50 por ciento para 2030 y en un 100 por ciento para 2050. Para lograrlo, la compañía invierte en energías renovables y se encuentra en un proceso para reducir su dependencia del transporte aéreo. Sin embargo, desde otra perspectiva, puede que las cosas cambien.
La huella detrás de iniciativas verdes
En temas de producción, la fabricación de estos termos implica la extracción de distintos materiales como acero inoxidable, plásticos, gomas y otros componentes, que durante el proceso generan un impacto ambiental considerable, pues se habla de deforestación, contaminación del agua y del suelo, y la emisión de gases de efecto invernadero.
Asimismo, la maquila de estos vasos requiere de una gran cantidad de energía, principalmente para la fundición de metales y la producción de plásticos; y, ojo aquí, si esta energía proviene de fuentes no renovables, el fabricante, y por ende la franquicia, está aumentando la huella de carbono del producto. Respecto a la transportación, cada vez que se distribuye un nuevo stock de este tipo de tazas, se generan emisiones de gases de efecto invernadero, sobre todo si se realizan trayectos largos.
Ideas nobles; falta de conciencia
Es probable que este tipo de vasos tenga de base un fin noble: reducir nuestro consumo de plásticos, cartón y popotes de un solo uso, lo que de manera consecutiva se traduce en la reducción de nuestra huella ambiental. Sin embargo, si no somos conscientes del gran desafío que hoy enfrentamos como humanidad y preferimos abusar en el consumo y fanatismo en este tipo de productos, que en algún punto tendrán que ser reciclados y/o tirados a la basura, por más que la cafetería y/o cualquier otra empresa realice acciones en pro del cambio climático, nuestro nivel de consumo abonará a que no se cumplan las metas y objetivos estipulados por las entidades que buscan mitigar los efectos adversos del cambio climático.
Por ello, como sociedad, nos urge tener un pensamiento crítico al respecto y poner en perspectiva si nuestras acciones, entre ellas: el comprar y generar una alta demanda en estos productos, que muchas veces sirven para adornar la repisa de la casa o simplemente para presumirlos en redes sociales, son las apropiadas para nuestro planeta; y, más allá de caer en el juego mercadológico que hay detrás de este tipo de campañas publicitarias, les invito a analizar, pero sobre todo, a reflexionar sobre el impacto real de nuestras prácticas, acciones para un consumo responsable.
Christian César Morales Salvador
Líder de Comunicación Externa, Tecnológico de Monterrey
Referencias