¿Cuándo fue la última vez que te sentaste a contemplar la naturaleza?
¿Recuerdas la última vez que te detuviste simplemente a mirar un árbol? ¿O a escuchar, sin prisa, cómo canta un pájaro, cómo se mecen las hojas con el viento o cómo corre el agua en un arroyo?
La contemplación de la naturaleza no requiere esfuerzo físico ni conocimiento técnico. La contemplación de la naturaleza es el acto de estar presentes en el momento y entorno sin hacer o esperar nada más. Es tan sencilla como poderosa: consiste en estar presentes, sin expectativas, sin hacer nada más que observar, sentir y dejarse envolver. Puede suceder al sentarte en un parque cercano, al acostarte bajo el cielo o al caminar sin rumbo por un jardín. Lo que parece un acto mínimo, quedarse en silencio en un entorno natural, es en realidad un reencuentro. Estar quietos frente a la naturaleza no es pasividad. Este pequeño acto, de estar en silencio y simplemente observar no es algo pasivo es más bien transformador. Debemos reconocer que a través de estas pequeñas acciones podemos establecer relaciones más cercanas, empáticas y respetuosas con el entorno natural.
Objetivo: volver a conectar con el entorno
Hoy en día vivimos rodeados de estímulos que nos mantienen distraídos. Entre notificaciones digitales constantes, pendientes acumulados y ambientes urbanos acelerados, nos hemos desconectado del medio ambiente que nos sostiene. Actualmente el ruido externo, la vida agitada de la ciudad y los mil pendientes nos han separado de la naturaleza. Esta ha pasado de ser compañera cotidiana a fondo borroso. Y sin darnos cuenta al alejarnos de ella también nos alejamos de una parte vital de nosotros mismos; por lo que el volvernos hacia ella es el primer paso para conectarnos de nuevo y cuidarla.
En este contexto, el Día Mundial del Medio Ambiente, que se conmemora cada 5 de junio, donde diversas organizaciones y gobiernos nos invitan a “cuidarlo”, hoy cobra un significado distinto. Más allá de los llamados a reciclar o plantar un árbol, por ejemplo, este día puede ser una invitación a algo más profundo: volver a mirar, volver a sentir, volver a pertenecer.
Porque… ¿cómo cuidamos algo que ya no sentimos cercano? ¿o cómo protegemos lo que no escuchamos ni comprendemos?
El primer acto que necesitamos llevar a cabo es poder reestablecer esa conexión con el medio ambiente, que es el que nos sostiene y del que vivimos. Este sistema que tenemos olvidado, tan complejo y dinámico que nos abraza siempre y el cual necesita de nuestro cuidado y protección. El cuidado nace del vínculo y ese vínculo, como cualquier otro, necesita presencia. Para proteger al medio ambiente, primero hay que reconectar con él, no desde la obligación, sino desde la maravilla.
¿Cuándo fue la última vez que te maravillaste al contemplar a la naturaleza? Desde escuchar el canto de un ave al amanecer, observar el flujo de agua de un río o lago, respirar el aroma de la tierra después de una lluvia, acariciar la corteza de un árbol, caminar descalzo sobre el pasto húmedo o solo cerrar los ojos y dejar que el sol toque tu piel. Pequeños actos como estos son los que nos regresan a nuestro centro, nos llevan a conectarnos con lo más puro y elemental que es la naturaleza. Hoy en día hemos dejado de escucharla, de mirarla e inclusive de sentirla viva. Esta desconexión y alejamiento de ella hace que sea mucho más difícil tomar decisiones que la respeten, la cuiden y la restauren, al solo ver hacia nuestros propios beneficios, intereses humanos. Es necesario recordar que nosotros, los seres humanos, solo somos una parte más de esta red de vida y que no podemos ni debemos ser egoístas, individualistas o déspotas ignorando las necesidades y las maravillas de la naturaleza.
Contemplación, una actividad básica
La contemplación de la naturaleza no solo nos conecta con ella y nos ayuda a cuidarla mejor, sino que también brinda beneficios para nuestra salud. Desde ayudarnos a disminuir el estrés, mejorar nuestro enfoque (que muchas veces es intermitente), hasta calmar nuestra mente de tanto caos que sucede en el exterior. No necesitas hacer mucho para tener este estado de calma y conexión, solamente hace falta tomar el tiempo en un entorno natural, sin distracciones, y solamente observar qué ocurre alrededor. No hace falta pensar en algo más, simplemente respirar y activar tus 5 sentidos para disfrutar y conectar con la naturaleza.
Pequeños momentos como estos son los que nos regresan a nuestro centro, nos llevan a conectarnos con lo más puro y elemental que es la naturaleza. Esos momentos nos devuelven al presente. Nos recuerdan que la naturaleza no es un concepto lejano, ni una categoría que solo aparece en libros o películas, sino es un sistema vivo del que somos parte. Y como parte, tenemos la responsabilidad, pero también el privilegio de convivir con ella desde el respeto y la humildad.
Pero tristemente hoy en día hemos dejado de escucharla, de mirarla e inclusive de sentirla viva. Esta desconexión y alejamiento de ella hace que sea mucho más difícil tomar decisiones que la respeten, la cuiden y la restauren, al solo ver hacia nuestros propios beneficios e intereses humanos. Cuando dejamos de contemplar, dejamos de comprender. Y cuando dejamos de comprender, es más fácil ignorar, dañar o explotar. La desconexión con la naturaleza no solo nos aleja de ella, sino también de nuestra propia esencia. Por eso, la contemplación puede ser el primer paso hacia decisiones más conscientes, más justas y sostenibles.
Una revolución que empieza con el silencio
Al llevar a cabo prácticas frecuentes de contemplación de la naturaleza, podrás entender que quizá el cambio no comienza con grandes acciones, sino con pequeños silencios. Porque cuando el ser humano aprende a mirar sin interrumpir, comienza a entender su lugar. Este Día del Medio Ambiente, regálate un momento de contemplación... y deja que la naturaleza te diga lo que necesita.
Por: Mtra. Kitzia Rodríguez Salgado
Especialista en desarrollo sostenible
Dirección de Desarrollo Sostenible y Vinculación Tec de Monterrey
Vicepresidencia de Inclusión, Impacto social y Sostenibilidad
Contacto: kitzia.rodriguez@tec.mx