Café en mano, dispuesta a platicar un poco con el chat bot climático acerca de qué opina sobre la responsabilidad de unos (muy) pocos, frente a las afectaciones y lo vulnerables que quedamos la (gran) mayoría ante el cambio climático. Esto es, que la humanidad está siendo impactada -sin poder decidir, obvio- a vivir en el Antropoceno una realidad climática distinta a la que conocemos y para la cual claramente no estamos preparados.
No sé si porque es una pregunta con tintes de angustia humana, o es que el bot no está actualizado, ya que en el prometido Artículo de Reflexión para este mes se menciona -entre otras significativas consideraciones- que según Oxfam el “10% de la población mundial es responsable del 50% de las emisiones globales mientras que el 90% de la población es responsable del 10% de las emisiones”. ¿Qué hacer ante esta situación que pareciera se desparrama de nuestras manos como arena?
Mientras tanto que los gobiernos y ese 10% decide hacer lo que corresponde, hagamos lo nuestro. Por ejemplo, el Artículo de Vida Sostenible de este mes nos recuerda acerca de evitar el consumo frenético al tomar conciencia sobre nuestra Huella Verde, de lo que estamos dejando detrás de nosotros. Hagamos lo nuestro, sí, lo más que podamos, aunque sea para sentir que tenemos algo bajo control, si no sobre nuestro destino climático, sí el control consciente del consumo, tal vez si todos lo hiciéramos, tal vez, al dejar de consumir de forma voraz se notaría, siendo quizá una forma de resistencia, de mostrar nuestra capacidad de decisión.
Entiendo que algunos tenemos a flor de piel una sensación de impotencia climática, de pérdida anunciada, más cuando escuchamos historias como la que nos cuentan en el podcast que les sugerimos en la Recomendación del mes, donde quizá a los habitantes de la Cordillera de los Andes y visitantes del glaciar tropical en la montaña del Chacaltaya, les hubiese gustado tener opción de salvaguardar su amada nieve, y es que ante lo artificial que parecen algunas inteligencias, no sólo es nieve la que se derrite, pienso, es el ánimo, el que a ratos se desvanece.
La Editora